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Las políticas del hábitat urbano

La sociabilidad urbana no surge del entorno construido en sí mismo, sino de la interacción entre los distintos espacios habitados y sus habitantes, es decir, de la vida en los barrios, las calles, las plazas… Bajo el aparente desorden del viejo Manhattan, Jane Jacobs percibió un orden complejo constituido tanto de movimiento como de cambio, como una danza que tenía lugar en las aceras de la ciudad: «un intrincado ballet en el que los bailarines individuales y los conjuntos tienen todos partes distintas que se refuerzan milagrosamente entre sí y componen un todo ordenado» (The Death and Life of Great American Cities, 1961: 50). En una línea similar, Lewis Mumford describió la ciudad como un teatro social, un escenario para el drama urbano en el que los espectadores son también participantes (What is a City?, 1937). No es en los planes de ordenación del territorio donde se definen morfológicamente los «bienes comunes urbanos». Esto ocurre más bien a través de los proyectos habitacionales que surgen de las políticas de vivienda de cada época. Los planes directores determinan la ubicación de las grandes infraestructuras, los modos de financiación y la zonificación de la ciudad, pero es la combinación de los proyectos y políticas habitacionales lo que define las características espaciales y los equipamientos que permiten el desarrollo de la vida urbana cotidiana.

El objetivo de esta sección del proyecto es precisamente considerar la relación entre los proyectos y las políticas habitacionales desde la perspectiva de la «Ciudad Justa». Los dos arquitectos del equipo (Roberto Goycoolea y Paz Núñez) llevan varios años estudiando los proyectos de vivienda social en España diseñados desde mediados del siglo XX. Esto incluye las intervenciones actuales en el sentido tridimensional propuesto por Manuel Castells y Esteban de Manuel: Urbs (la morfología de la ciudad), Polis (el contexto socioeconómico y las decisiones políticas implicadas), y Civitas (la participación ciudadana y el tejido sociocultural). Los resultados de esta investigación son heterogéneos y merecen ser examinados con atención. Hubo políticas de vivienda que lograron barrios bien organizados, apreciados por sus habitantes (como muchos del programa de «Poblados dirigidos» de los años 50 en España). Por el contrario, otros barrios de la ciudad tuvieron que ser desmantelados por su profunda degradación social (como los «Barrios de Tipología Especial»). La cantidad de políticas de vivienda que se han diseñado e implementado en Madrid durante las últimas décadas es tan elevada que existe una masa crítica para considerar las buenas y malas prácticas en este campo, y que nos proporcionará estudios de caso para nuestra investigación sobre la «Ciudad Justa». Una de las tareas de esta sección será identificar los indicadores más adecuados para calificar la equidad de la planificación urbana, tanto en términos de diseño de políticas como de implementación material. Estos indicadores podrían aplicarse también a la Cañada Real, uno de los mayores asentamientos urbanos informales de Europa. Uno de los miembros del equipo (Paz Núñez Martí) ha sido asesora técnica de la Comisión del Ayuntamiento de Madrid para la Cañada Real. Ya están disponibles las propuestas políticas y los datos urbanísticos y sociales actualizados referidos a este asentamiento. Esto puede permitirnos evaluar el grado de equidad urbanística que han percibido los habitantes del poblado desde su creación en 1950. Muchos de estos proyectos de vivienda ya han sido estudiados por urbanistas y arquitectos, pero se han centrado principalmente en la dimensión morfológica y en la vulnerabilidad social y energética del lugar. Explorar la idea de «Ciudad Justa» en este contexto y las políticas urbanas implicadas utilizando una serie de indicadores claros es una tarea innovadora que podría reunir las perspectivas político-filosóficas y urbanísticas.